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30 abril 2013

¿POR QUE TANTO MIEDO A LA LEY 779?


OTRA PERSPECTIVA EVANGÉLICA
Instituto de Estudios de Género de la Universidad Politécnica de Nicaragua


Recientemente han aparecido en diferentes medios de comunicación dirigentes de una conocida denominación Evangélica en Nicaragua acompañados de varios abogados, haciendo declaraciones sobre la demanda que están introduciendo en la Asamblea Nacional para pedir la reforma "parcial y urgente" de la Ley 779 (ver El Nuevo Diario del 19 de abril, p. 7a;  La Prensa del 19 de abril, p. 7 y La Jornada, 19 de abril). Según las noticias, ellos aducen que esta ley "claramente deja sin derecho al hombre" y está destruyendo los matrimonios y las familias.  



Uno de los argumentos citados es que la Ley 779 "afecta la igualdad absoluta entre hombres y mujeres". ¿De cuál igualdad absoluta estamos hablando? Investigaciones recientes han demostrado que no existe igualdad absoluta entre mujeres y hombres en nuestro país, y no son sólo investigaciones realizadas por mujeres feministas nicaragüenses, sino por organismos internacionales como las Naciones Unidas, la CEPAL, la OMS y el BID, entre otras. Aunque la situación de las mujeres en el mundo ha mejorado en los últimos años, en promedio, las mujeres nicaragüenses ganan un tercio menos que los varones, tienen menos acceso a la propiedad y a los créditos bancarios y no tienen igualdad de participación en la Asamblea Nacional ni en las Alcaldías del país. Estos son sólo algunos ejemplos de la falta de igualdad existente.  La Ley 779 no es perfecta ni completa, pero defiende los derechos de las mujeres porque son los derechos más violentados en el país, por eso da la impresión de ser discriminatoria, porque intenta aumentar los niveles de participación de las mujeres y salvaguardar sus vidas para contribuir a la igualdad real entre mujeres y hombres. 


La violencia intrafamiliar es una de las maneras donde más cruelmente se evidencia esa falta de igualdad entre hombres y mujeres. Si se lee con atención las noticias de los periódicos, son las mujeres las que están siendo asesinadas por hombres (casi siempre sus parejas, ex-parejas, o sus familiares).  En rarísimas ocasiones, una mujer mata o intenta matar a su pareja, y si lo hace, es casi siempre en defensa propia. Son 83 mujeres las que murieron el año pasado asesinadas por sus parejas y ex-parejas, y son 21 mujeres las que han sido asesinadas en lo que va del año, sin contar las que quedaron malheridas por los intentos de asesinato. ¿Cómo podemos ser insensibles ante esos femicidios? Es muy posible que un buen número de ellas fueran evangélicas dado que es principalmente en iglesias evangélicas donde se les enseña la sumisión absoluta a sus maridos y se les aconseja mantener su matrimonio aunque haya violencia, por la posibilidad de santificar y salvar a sus esposos.  Se utiliza 1ra. Corintios 7: 14 y 16 y se obvia el versículo 15 que lee "Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios". ¿Habrá otra situación que separe más a la pareja que la violencia intrafamiliar? No es la Ley 779 la que está separando las familias, es la violencia que ejercen hombres la que lo está haciendo. 

Otro argumento citado por los hermanos de esta denominación es que esta Ley "destruye el matrimonio y la familia al no permitir la mediación en delito de orden leve". Ellos "pedirán que se permita la mediación en aquellos casos que no tengan que ver con un crimen o un violación comprobada".  Antes de la aprobación de la Ley 779, se utilizaba la mediación en casos de violencia intrafamiliar, pero se encontró que los hombres firmaban el acta de mediación y a la vuelta de la esquina o a los pocos días agredían a las mujeres. Es que la mediación es útil solamente cuando se hace entre personas que tienen igual poder. En una relación de pareja donde hay violencia intrafamiliar no hay igualdad de poder.  El varón se siente superior o dueño de la mujer y por tanto se cree con derecho a agredirla y hasta matarla.  "Mía o de nadie", expresan con satisfacción los hombres que logran matar a sus mujeres o ex-mujeres.  Lo que proponen estos líderes denominacionales es en la práctica, esperar a que el ciclo se afirme para prohibir la cercanía del hombre con su pareja; desdichadamente para muchas mujeres, eso será demasiado tarde.  

Los hijos e hijas de la pareja también están en riesgo de ser violentados; o al menos, chantajeados para obligar a la madre a desistir de la denuncia. Si la ley discrimina a los hombres, será a aquellos que ejercen violencia contra su propia familia y no a aquellos que realmente aman y respetan a su esposa, hijas e hijos. Si ese es el tipo de hombres que somos y estamos formando en nuestras iglesias ¿por qué tenerle tanto miedo o animadversión a esta ley?

También es conocido por personas que trabajan con víctimas de violencia intrafamiliar, lo que se llama el Ciclo de la Violencia, término acuñado por la psicóloga norteamericana Lenore Walker en 1978, para describir cómo el ciclo comienza con gritos y golpes leves que con el tiempo se convierten en agresiones fuertes que atentan contra la vida de las mujeres.  La medida de no permitir la mediación en casos de violencia intrafamiliar se toma para proteger  la seguridad y la vida de las mujeres, que tal vez no van a ser asesinadas a lo inmediato, pero que es muy probable que lo sean en un futuro próximo. Se nos viene a la mente el relato de Jesús y la mujer adúltera (Juan 8: 1 a 11) donde El no intenta mediar entre la mujer y los que la querían apedrear, si no que la defiende en contra de sus agresores.

Un argumento más que utilizan estos hermanos es "que debe prevalecer el derecho de la inocencia hasta que se compruebe el delito". De todos los hombres que han asesinado a sus mujeres, es un porcentaje mínimo el que es capturado y menor aún, el que es sentenciado a cumplir una condena por femicidio, aun existiendo numerosas pruebas y testigos de lo ocurrido.  También es alarmante el número de hombres que salen libres sin haber cumplido ni un mínimo de la condena. Es cierto que es posible que se cometan abusos y arbitrariedades con esta Ley, eso mismo pasa con prácticamente todas las leyes existentes. Pero la solución no es necesariamente cambiar los términos de la Ley, sino sensibilizar y capacitar a todas las personas involucradas en la ruta de acceso a la justicia para que la interpreten adecuadamente, sobre todo sabiendo que un aspecto importante de esta Ley es prevenir la violencia dirigida hacia las mujeres, no sólo castigarla.                  

Oramos para que llegue el día cuando no haya necesidad de leyes como la 779 o la Ley de Igualdad de Derechos y Oportunidades, entre otras; porque habrá igualdad real y respeto entre mujeres y hombres.  Oramos para que las palabras del Apóstol Pablo en Gálatas 3:28 "Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús", lleguen a ser una realidad en nuestro país. Mientras llega ese día, el pueblo cristiano es llamado a hacer todo lo que esté a su alcance para proteger a las personas más vulnerables y apoyar las leyes que intentan hacerlo.

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